
La ciudad, también conocida como Chiclana de la Frontera, representa uno de los principales destinos turísticos de Andalucía, y cuenta con un número de atracciones, entre las cuales, sin duda, destaca la Playa de la Barrosa. Se trata de una playa de fina arena blanca, con una extensión de ocho kilómetros, que ha obtenido la Bandera Azul, otorgada por la Unión Europea en reconocimiento a su buena gestión medioambiental. A lo largo del Paseo Marítimo que la recorre, existe un amplio número de restaurantes y establecimientos de ocio. Dentro de la zona pueden encontrarse campos de golf y diversos hoteles, que forman parte de la oferta alojativa de la ciudad.
Separada por un acantilado de la Playa de la Barrosa, se encuentra la también conocida Playa de Sancti Petri, de dos kilómetros, en la cual puede practicarse una diversidad de deportes acuáticos. Su nombre viene dado por el poblado del mismo nombre junto al que se halla ubicada, donde pueden descubrirse restaurantes, chiringuitos, y puertos deportivos como el Club Náutico.
Otro indudable atractivo de Chiclana son las internacionalmente célebres muñecas de Marín, creadas por el artista y empresario chiclanero José Marín Verdugo. Las caracteriza su fabricación artesanal, al igual que su indumentaria folclórica española, en particular las prendas flamencas típicas de la región andaluza. Estas muñecas son exportadas a numerosos países, y constituyen uno de los souvenirs españoles de mayor repercusión en ventas en el extranjero.
Pero Chiclana esconde igualmente otros factores que la convierten en destino de interés, como puede ser su variada gastronomía. Algunos de los sabrosos platos que pueden degustarse en esta animada ciudad andaluza incluyen el pescaíto frito, los embutidos chiclaneros, las almejas, los caracoles, las tortillas de camarones, la berza chiclanera, y los alcauciles con chicharros.
Dentro de la repostería representativa de la ciudad, de merecida fama, se encuentran los huesos de santo, los pestiños, las torrijas, así como las tortas de almendra elaboradas en el Convento de las Madres Agustinas Recoletas.
Por otra parte, Chiclana tiene una larga tradición vitivinícola, y merece la pena probar alguno de los vinos locales, de gran calidad. Las bodegas existentes pueden ser visitadas en su mayoría, y ofrecerán al visitante la posibilidad de descubrir vinos finos y moscateles de excepcional paladar.